Al menos eso es lo que dice un estudio de la Universidad de Cambridge y la razón principal que dan es el retraso en la llegada de las actualizaciones del sistema Android a los terminales. Generalmente, éstas actualizaciones no se realizan directamente desde la propia Google, sino que son las operadoras de telefonía las que ponen a disposición de los usuarios las nuevas versiones del software. Esto supone en la mayoría de los casos un retraso importante desde que se detecta y se corrige una vulnerabilidad, hasta que la corrección llega a los dispositivos, dejándolos durante ese tiempo a merced de aquellos softwares maliciosos que pretenden explotar estas vulnerabilidades.
Esperemos que en un futuro próximo, tanto los fabricantes como las operadoras agilicen este proceso de actualización para tratar de minimizar en la medida de lo posible, la exposición de nuestros terminales a potenciales ataques.
Ver el estudio completo (en inglés) pinchando en http://bit.ly/estudio_universidad_cambridge